jueves, 26 de mayo de 2016

La hija, preciosa ...

"La hija, preciosa muchacha, era de una belleza nada vulgar. A un mayor encanto personal que el que se deriva de la mera juventud sumaba la seductora estampa del entusiasmo, la independencia, las ideas audaces. Supongo yo que adoptaría estas actitudes de la misma manera que llevaba sus pintorescos vestidos y por la misma razón: para afirmar su individualidad a cualquier precio. Ya sabe usted, las mujeres llegan casi hasta donde sea en aras de este propósito. Ella llegó bastante lejos. Había adoptado todos los adecuados gestos de las convicciones revolucionarias: los de solidaridad, de ardor, de indignación contra los vicios antihumanitarios de la mismísima clase social a la cual pertenecía. Todo esto le sentaba tan bien a su bella persona como su vestuario levemente original. Muy levemente original: justo lo suficiente para exteriorizar su protesta contra el filisteísmo de los sobrealimentados explotadores de los pobres. Justo lo suficiente, y nada más. No había por qué llegar demasiado lejos en esa dirección, ya comprenderá usted".
Joseph Conrad 

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