lunes, 24 de febrero de 2014

Aparte de su ...

"Aparte de su evidente eficacia, aquel sistema estaba en consonancia con el segundo de los tres principios pedagógicos del maestro Burlingame, a saber, que la mejor manera de aprender una cosa es enseñarla. El primero era que de los tres motivos usuales por los que se aprenden las cosas (necesidad, ambición y curiosidad), la simple curiosidad era el más digno de estímulo, por ser el más “puro” (en cuanto a que el valor de lo que nos induce a aprender es, más que un instrumento, un fin en si mismo), el más propicio a un estudio continuado y exhaustivo, en lugar de superficial y limitado, y el que más probabilidades tiene de hacer del aprendizaje una tarea grata. El tercer principio, íntimamente relacionado con los otros, era que el juego de enseñar y aprender jamás debiera asociarse a ciertas horas ni a determinados lugares, para evitar que tanto el discípulo como el maestro (y en el sistema de Burlingame no había mucha diferencia entre uno y otro) cayeran en el hábito vulgar de perder el estado de alerta, cosa que sólo podía suceder a dichas horas y en dichos lugares, evitándose así la perniciosa conclusión de hacer distingos entre el aprendizaje y otros tipos de comportamiento natural".
John Barth 

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