"Pese a haberse generalizado la costumbre de admitir que la razón es falible y los conocimientos del hombre son escasos, lo cierto es que quienes no tienen empacho en reconocer los defectos de la naturaleza humana se comportan de tal manera que es fácil sospechar que sus manifestaciones no son del todo sinceras. Como poco, cabe pensar que muchos de ellos lo hacen reservándose la opinión favorable que tienen de sí mismos, y que tan prestos como se muestran en dar por perdida la causa de sus vecinos, asimismo aspiran fervientemente a que se los considere libres de imperfecciones en su comportamiento y de errores en sus opiniones.
Siempre que se observa un rechazo meridiano y pertinaz a cualquier forma de refutación, por clara que sea, o a los reproches, por más delicadeza que se hubiera puesto en formularlos, podemos estar seguros de que algún privilegio oculto ha sido agraviado. Y es que así como no es posible perder lo que nunca se ha tenido o sólo se creyó poseer, o verse despojado de algo a lo que no se tienen ningún derecho, es razonable suponer que quienes estallan de ira a la menor contradicción o la más leve crítica, dando así a entender que se consideran ofendidos, lo hacen porque se imaginan que alguno de sus viejos privilegios ha sido quebrantado o alguien se ha atrevido a usurpar una cualquiera de sus prerrogativas naturales".
Samuel Johnson
"Aceptar las críticas" (1750)
[cfr. "El patriota y otros ensayos" (El buey mudo, 2010)]
[cfr. "El patriota y otros ensayos" (El buey mudo, 2010)]
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