"En China, en el siglo XVIII, cuando un alto funcionario sometía un informe al emperador, la etiqueta prescribía que cometiera una falta de ortografía en un carácter, en la primera o en la segunda página de su informe. Esto brindaba al emperador la oportunidad de dar prueba de su vigilancia y de su autoridad rectificando el error, sin tener que leer el informe hasta el final".
Simon Leys
"La felicidad de los pececillos. Cartas desde las antípodas" (Acantilado, 2011)
[Or. "Le bonheur des petits poissons", 2008]
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