"Al parecer, no puedo comprender que las cosas que son importantes para mí no lo son para el resto de la gente, y por eso acabo hablando como un misionero, alguien cuyo trabajo es convertir en lugar de escuchar".
David Sedaris
"Un vestido de domingo" (Mondadori, 2005)
[Or. "Dress your family in corduroy and denim", 2004]
Un entusiasmo mal entendido por los demás puede llevar a esto. Un entusiasmo excesivo. Intensos, creo que llaman a esas personas. Pero en los docentes es recomendable.
ResponderEliminarEste Sedaris, del que me he despachado un par de libros pensando que recordaba quién me los había recomendado (cosa que resultó que no era así, como descubrí cuando le mostré mi agradecimiento) es un ensayista singular; empezó con unos monólogos radiados en USA, que tuvieron éxito y que le llevaron a una carrera de escritor. En sus libros hace gala de un extraño sentido del humor, basado en que se ríe de las cosas importantes y emplea como material las cosas que le suceden (y su propia familia). Es autocrítico y se contempla cometiendo esas debilidades que nos caracterizan, que nos negamos a admitir, pero que son las que todos reconocen en nosotros.
EliminarQuería dejar señal de la lectura de esos dos libros de "ficción", menos dados a las citas que los ensayos "puros".
Gracias.
PD - En todo caso, mi opinión es que el entusiasmo es siempre imprescindible. El día que se pierde el entusiasmo se queda uno al borde del pasmo.
O así.