"Vemos a comerciantes que se afanan hasta labrarse una gran fortuna y luego acaban en un tribunal de quiebras; a escritores de poca monta que siguen pergeñando sus articulillos hasta que su humor es una cruz para todos los que se topan con ellos, como si el faraón hubiera puesto a los israelitas a hacer un alfiler en vez de una pirámide; y a buenos muchachos que trabajan hasta perder la salud y al final se los lleva un coche fúnebre adornado con plumas blancas [...]. Los fines por los que entregan su preciosa juventud pueden ser quiméricos o perniciosos; la gloria y las riquezas que esperan pueden no llegar nunca o presentarse cuando les resulten indiferentes; y ellos mismos y el mundo que habitan son tan insignificantes que la mente se hiela al pensarlo".
Robert Louis Stevenson
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