jueves, 12 de noviembre de 2015

Debemos librarnos de ...

"Debemos librarnos de la idea de que esa culpa se identifica con el viejo o nuevo fascismo, esto es, con el efectivo poder del capitalismo. Los hijos que son tan cruelmente castigados en su modo de ser (y, en el futuro, con algo más objetivo y más terrible) son 'también' hijos de antifascistas y de comunistas.
Por consiguiente fascistas y antifascistas, patrones y revolucionarios, tienen una culpa en común. Pues todos nosotros, hasta hoy, con inconsciente racismo, cuando hemos hablado específicamente de padres y de hijos siempre hemos dado por supuesto que hablábamos de padres e hijos 'burgueses' [...].
Cuando hablamos de padres y de hijos, aunque por padres sigamos entendiendo siempre padres 'burgueses', por hijos entendemos tanto hijos 'burgueses' como hijos 'proletarios' [...].
Las dos historias, pues, se han unido; y es la primera vez que esto sucede en la historia del hombre.
Esta unificación se ha producido bajo el signo y por la voluntad de la civilización del consumo, del 'desarrollo'). No se puede decir que los antifascistas en general y los comunistas en particular se hayan opuesto realmente a una unificación así, cuya naturaleza es totalitaria -por vez primera auténticamente totalitaria- aunque su carácter represivo no sea arcaicamente policíaco (y aunque recurra incluso a una falsa permisividad) [...].
¿Por qué esa complicidad con el viejo fascismo, y por qué esa aceptación del fascismo nuevo?
Porque hay -y ésta es la cuestión- una idea conductora sincera o insinceramente común a todos: la idea de que el peor de los males del mundo es la pobreza, y que por tanto la cultura de las clases pobres debe ser sustituida por la cultura de las clases dominantes.
En otras palabras: nuestra culpa de padres consiste en creer que la historia no es ni puede ser más que la historia burguesa".
Pier Paolo Pasolini
"Cartas luteranas" (Trotta, 1997)

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