martes, 27 de octubre de 2015

Es realmente sorprendente ...

"Es realmente sorprendente ver cómo se dejan ir tan aprisa por poco que se les dé coba. Los teatros, los juegos, las farsas, los espectáculos, los gladiadores, los animales exóticos, las medallas, las grandes exhibiciones y otras drogas eran para los pueblos antiguos los cebos de la servidumbre, el precio de su libertad, los instrumentos de la tiranía. Ese sistema, esa práctica, esos reclamos eran concebidos por los antiguos tiranos para embrutecer a sus súbditos y fortalecer el yugo. Los pueblos embrutecidos, entregados a esos pasatiempos y distraídos por un efímero placer que los deslumbraba, se acostumbraban así a servir tan neciamente (aunque peor) como a leer aprenden los niños pequeños con las imágenes iluminadas. A los tiranos romanos se les ocurrió, además, otra cosa: celebrar a menudo los decemviros, cebando a esas pobres gentes embrutecidas y agasajándolas por el sistema, siempre fácil, de seducirlas mediante el paladar. El más inteligente jamás habría dejado su cuenco de sopa para recobrar la libertad de la república de Platón. Los tiranos se desprendían fácilmente de un cuarterón de trigo, un sextario de vino y un sestercio; por lo tanto resultaba lamentable oír clamar '¡Viva el rey!' a los súbditos. Los muy zafios no se daban cuenta de que no hacían más que reembolsarse parte de lo que era suyo, y que el tirano no habría podido obsequiarles esa mínima parte sin habérsela sustraído antes. Cualquiera de los que recogían el sestercio y se hartaban en los festines públicos, bendiciendo a Tiberio y a Nerón por su magnanimidad, podía, al día siguiente, verse obligado a entregar sus bienes para satisfacer la avaricia del tirano, a sus hijos para saciar su lujuria y hasta su sangre para alimentar la crueldad de aquellos espléndidos emperadores, y todo ello sin decir una palabra, ni mover un dedo. El pueblo ha sido siempre así. Se muestra dispuesto y disoluto para el placer que se le brinda en forma deshonesta, e insensible al daño y al dolor que padece honestamente".
Etienne de La Boétie
"Discurso de la servidumbre voluntaria" (La Plata, 2008)
[Or. "Discours de la servitude volontaire", 1576]

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